Gramática viva
- Editorial Merja

- 18 may
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Formas curiosas y usos compartidos
La lengua es un sistema que nos permite organizar el mundo y al mismo tiempo una herencia viva. Cada enunciado encierra siglos de uso, adaptación y cambio. Además, la gramática organiza estructuras y revela la historia de las ideas, los hábitos colectivos y las formas culturales de ver y nombrar la realidad. Aunque existen patrones regulares, también florecen expresiones inesperadas que confirman la vitalidad del español que circula todos los días.

La palabra bodas, por ejemplo, aparece en plural incluso cuando alude a una sola ceremonia. Esta forma tiene raíces antiguas: proviene del latín vota, plural de votum, que significaba ‘promesa’. El matrimonio, en su origen, se concebía como un conjunto de votos solemnes, promesas mutuas que la lengua recogió y fijó en plural. Con el tiempo, bodas comenzó a designar el conjunto de actos que acompañaban la unión, es decir, la ceremonia, el banquete, la música, las celebraciones. Esa pluralidad de momentos quedó inscrita en la palabra y pasó a formar parte de una fórmula estable. Hoy decimos las bodas de oro, las bodas de plata, las bodas reales, y en cada caso la forma plural transmite un aire de solemnidad, comunidad y júbilo. Entre sus sinónimos se encuentran casamiento, enlace, nupcias, esponsales y unión.
También resultan interesantes las expresiones con sujetos colectivos. Decimos un grupo de amigos vino a verme, aunque el oído espera a veces vinieron. El verbo concuerda con el núcleo del sujeto (grupo), que está en singular, aunque semánticamente se perciba como múltiple. Lo mismo ocurre con una familia se mudó al campo o el público aplaudió de pie. La gramática española da prioridad a la estructura del sujeto. En el habla coloquial, sin embargo, la pluralidad interna puede dar paso a formas como toda la familia estaban en la playa, que responden a otra lógica, más cercana a la interpretación del sentido. Ambas formas existen y conviven, según el registro, la intención y la región.
En ciertos usos, el plural adquiere un valor distinto al de la cantidad y se asocia con una categoría especial. Los pluralia tantum son sustantivos que se emplean exclusivamente en plural, incluso cuando no hacen referencia a un conjunto numerable. Algunos pertenecen al ámbito de los alimentos (víveres, provisiones, ñoquis), otros aluden a objetos dispersos (bártulos, cachivaches, enseres) y también aparecen en expresiones relacionadas con los lugares (afueras, alrededores, aledaños). Hay formas vinculadas a fragmentos o restos (añicos, trizas, escombros) y otras que nombran partes del cuerpo (entrañas, fauces, tragaderas).

Entre estos sustantivos de plural fijo la palabra exequias destaca por su carga ritual y simbólica. Aunque suele aparecer en la expresión exequias fúnebres, la palabra ya lleva implícita la idea de un rito de despedida. Su uso conserva una tradición que remonta a una visión ceremonial del lenguaje, en la que la partida de un ser querido nombra un conjunto de actos solemnes. Por esa razón, se habla de celebrar las exequias como quien participa en un evento colectivo que involucra a toda una comunidad.
En la edición de textos este tipo de construcciones merece atención cuidadosa. La lengua está llena de decisiones conscientes e inconscientes, marcas de región, estilo o memoria. Editar implica escuchar lo que el texto quiere decir desde su forma. Cuando una palabra se expresa en plural sin necesidad de cuantificación, o cuando un verbo se alinea con un sujeto colectivo, hay una lógica interna que sostiene esa elección. Reconocerla forma parte de una práctica editorial que respeta la diversidad de usos y acompaña con sensibilidad el gesto de escribir.





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