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El español coloquial: una lengua viva que desafía la rigidez editorial

  • Foto del escritor: Editorial Merja
    Editorial Merja
  • 4 may
  • 3 Min. de lectura

El español que usamos cada día representa una manifestación viva moldeada en la interacción, plena de matices expresivos y estrategias comunicativas. Su expresión más elocuente es el español coloquial, una variedad cuya riqueza refleja la subjetividad y la espontaneidad del hablante.


El registro coloquial, aunque asociado a contextos informales, responde a reglas propias que aseguran su coherencia y eficacia comunicativa. En este tipo de discurso se encuentran estructuras sintácticas más simples, un uso intensivo de recursos expresivos, omisiones motivadas por la economía comunicativa y una creatividad lingüística que se materializa en metáforas y frases hechas. Así, un hablante puertorriqueño no dirá simplemente que hace frío sino que exclamará ¡Qué frío hace aquí puñeta!, reforzando el hecho objetivo a través de la percepción subjetiva de la situación.


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La intensificación constituye uno de los rasgos más visibles del español coloquial. Para expresar un grado extremo se emplean construcciones reforzadas: Está bien cabrón (muy difícil, chévere, bueno, etc.), La comida te quedó bien buena (muy sabrosa), Eso está brutal (extraordinario). Este fenómeno circula con fuerza en el habla cotidiana y en la escritura informal, especialmente en mensajes, memes y publicaciones digitales. Su expansión reafirma el dinamismo expresivo del español en la vida diaria.


El uso de expresiones idiomáticas y metáforas también forma parte esencial del repertorio coloquial. Decir que algo costó un ojo de la cara o que un cojonal de gente asistió a un evento introduce elementos culturales y afectivos que enriquecen la comunicación. En la variedad puertorriqueña abundan expresiones como estar sentado en el baúl con la llave adentro para describir una situación de total sumisión en una relación, o meterle a to’ fuete para indicar intensidad o rapidez.


Las diferencias dialectales añaden otra capa de complejidad pues el origen geográfico y el contacto entre hablas condicionan el significado y uso de muchas expresiones coloquiales. Mientras que en España se utiliza pagafantas para describir a quien es relegado a la zona de amistad, en Puerto Rico se prefiere la expresión inglesa o anglicismo friend zone o friendzonear. En Colombia afirmar que Esa canción está una rechimba quiere decir que es muy bonita o maravillosa, mientras que en Argentina se diría Este auto no corre bien, es una poronga para expresar su poca calidad. Estas diferencias evidencian la riqueza léxica del español y destacan la creatividad con que cada comunidad nombra, interpreta y valora su mundo cotidiano.


El español coloquial también refleja una marcada tendencia a la nivelación sociolingüística. Expresiones como pa’ ti (para ti), to’l mundo (todo el mundo) o mah ná (más nada) son empleadas transversalmente por hablantes de distintos niveles educativos y estratos sociales. Gracias a esta transversalidad el habla coloquial se convierte en un terreno común donde convergen hablantes de diversos orígenes sociales y educativos.


La incidencia de la coloquialidad en la escritura se ha incrementado con el auge de las redes sociales y los medios electrónicos. Hoy los memes, los chats y las comunicaciones cotidianas adoptan un tono coloquial que reproduce muchas de las estrategias propias del discurso oral. Este fenómeno se refleja con especial nitidez en intercambios digitales en los que el tono afectivo y espontáneo reproduce la naturalidad de la conversación oral, como se muestra a continuación:


– Qué cabrón eres, qué envidia me das, pendejo, pásalo bien por allí.

– Pendejo tú, cabrón, pásala brutal también.


La espontaneidad, la afectividad y la igualdad relacional se hacen evidentes en este tipo de interacción en que el lenguaje se construye a partir de códigos compartidos y afectivos.


El español coloquial revela además una profunda conexión entre lenguaje y actitud afectiva. Exclamaciones como ¡Qué cojones! o expresiones como ¡La de estupideces que dice! transmiten tanto la información como también la reacción emocional del hablante. Las estructuras coloquiales codifican emociones, intensifican juicios y refuerzan vínculos sociales. De este modo el español coloquial enseña que la lengua actúa como un vehículo de identidad, de emociones y de relaciones humanas.


Diálogo Merja
Diálogo Merja

Ahora bien, para quienes trabajan en la edición de textos el español coloquial representa un reto tan complejo como estimulante. Reconocer cuándo una forma coloquial cumple una función estilística legítima y cómo preservar su naturalidad sin afectar la comprensión del lector es parte esencial del oficio.


Editar estas expresiones implica buscar un equilibrio entre la fidelidad al habla original y la coherencia del texto final. Se requiere sensibilidad para juzgar la pertinencia de cada forma, respeto por la diversidad dialectal y atención a la dimensión afectiva del lenguaje.


Cada decisión editorial implica un ajuste técnico y al mismo tiempo un gesto de reconocimiento hacia la vitalidad de la lengua. El reto consiste en acompañarla sin diluirla, en ofrecer un texto que conserve la frescura del habla y mantenga a la vez la claridad necesaria para su recepción.


Editar, en este sentido, es cuidar lo vivo sin domesticarlo.



1 comentario


rodlugoferrer
04 may

Me encantan los artículos publicados por Merja.

Editado
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